La creación literaria y la anarquia
Además de la difusión de las ideas mediante libros, folletos, periódicos o revistas, los anarquistas exploraron también otros campos, como la expresión artística, especialmente a través de la literatura; no obstante, no se le ha prestado a este aspecto de la cultura anarquista una atención suficiente por parte de los especialistas, en parte por prejuicios hacia una ideología tan molesta para los historiadores y en parte también por un desconocimiento profundo de la cuestión.
Sin dejar de reconocer que en la abundante producción literaria anarquista existen colecciones sin ninguna calidad literaria, existen también grandes literatos, como Felipe Alaiz o Higinio Noja Ruiz por citar alguno, cuyas obras alcanzan un alto nivel de calidad; pero para los anarquistas, como afirmaba un anónimo colaborador de un periódico anarcosindicalista, «la literatura fue y es conceptuada como un artículo de lujo, y por eso el que lo expende lo adorna, lo dora y lo pinta. Para nosotros es muy distinto. La literatura es un medio de lucha, un reflejo de la revolución que está actuando el proletariado, y por eso toma tinte violento y tiene ímpetu de cargas a fondo. Escribimos para exponer una lucha violenta o desesperada, para protestar de un crimen, para denunciar una iniquidad, para revelar una felonía, etc., y estos temas obligan al lenguaje áspero, la argumentación fuerte. De ahí que la literatura sindicalista sea violenta» (Fulano de Tal, La literatura heroica, La Unión Ferroviaria (S.C.) (Barcelona), III, 52 (16 junio 1914), 4).
Tras lo dicho, conviene al menos señalar qué entendemos por literatura anarquista. En líneas generales podríamos definirla como aquella literatura que toma como base argumental algunos elementos que constituyen el fundamento teórico del anarquismo: rechazo de la autoridad y de toda opresión de un individuo o grupo de individuos sobre otros, lo cual implica rechazo del Estado y de sus instituciones fundamentadas en la jerarquía (ejército, salariado, etc.). Por tanto, resulta evidente que la literatura anarquista no tiene por qué ser una creación exclusivamente anarquista; de hecho ha habido una gran cantidad de autores reconocidos que han llevado a cabo creaciones basadas en algunos de los presupuestos defendidos por el anarquismo.
La estética anarquista
Los estudios sobre cultura popular, contrapuesta a la Cultura de elite, son ya muy abundantes y enfocados desde una gran variedad de puntos de vista. Sin embargo, este no es lugar para tratar este tema, principalmente porque los anarquistas hicieron caso omiso de estas diferencias, y en segundo lugar porque su tratamiento rebasaría ampliamente los objetivos de este estudio.
Conviene señalar, no obstante, que en líneas generales la cultura popular ha sido siempre considerada una cultura de baja calidad y en la mayor parte de los casos prescindible. En el caso del anarquismo, como apuntábamos más arriba, su cultura no sólo ha sido -salvo honrosas excepciones-minimizada, sino simplemente ignorada.
Lo cierto es que, en algunos aspectos, los anarquistas se situaron a la vanguardia de la estética. Bastaría para ello echar una rápida ojeada a la inmensa producción por ellos generada; esto resulta en cierto modo lógico si tenemos en cuenta que muchos anarquistas eran tipógrafos de profesión y con grandes aptitudes de renovación estética.
La evolución de la literatura anarquista en España
La literatura anarquista en España se desplegó en todas direcciones ya desde los inicios de la Internacional. No obstante, durante el siglo XIX se dio mucha más importancia al periódico, aunque no por ello se dejaron de lado la publicación de folletos o la creación literaria. A lo largo del primer tercio del siglo XX se iría incrementando la edición de libros y folletos, aunque el periódico siguió ocupando un lugar privilegiado.
Las colecciones anarquistas de narrativa
Aunque durante el siglo XIX no se llegó a crear ninguna colección de narrativa, no por ello los anarquistas dejaron de lado este género literario. Los dos certámenes socialistas celebrados en la década de los ochenta del siglo XIX incluyeron en su temática la narrativa y la poesía. También Anselmo Lorenzo publicó una pieza dramática, pero sería a partir de la segunda década del siglo XX cuando las colecciones de narrativa anarquista comenzarían a proliferar. Entre 1913 y 1939 se publicaron alrededor de treinta colecciones de novelas y relatos breves anarquistas. Sin embargo, en los estudios que sobre la literatura popular o la literatura social se han llevado a cabo, muy pocas de estas colecciones han sido rescatadas del olvido y desde luego no ha sido la baja calidad de su literatura lo que lo ha motivado. Gonzalo Santoja, en sus numerosos trabajos sobre la literatura popular, cita tan sólo a La Novela Ideal, La Novela Roja y La Novela Proletaria (Santonja, Gonzalo, Las obras que si escribieron algunos autores que no existen (notas para la historia de la novela revolucionaria de quiosco en España, 1905-1939), Madrid, 1993).
Dinamita cerebral
Aunque esta recopilación de cuentos anarquistas no es desde luego una colección de novelas, me parece necesario reseñarla, porque, a mi juicio, constituye el primer intento serio de crear las bases de una literatura estrictamente anarquista. Efectivamente, esta recopilación señala el inicio de otros muchos intentos de sentar las bases de una narrativa puesta al servicio de la revolución. El compilador de estos cuentos, el anarquista menorquín Juan Mir i Mir, decía muy acertadamente en el prólogo a esta selección: «Se ha coleccionado en este volumen un pequeño número de cuentos como podrían reunirse docenas y centenares de magníficas obras literarias que justificarían más y más el título de Dinamita cerebral, inventado por José Llunas, antiguo internacional y editor del semanario catalán La Tramontana, como oposición a la violencia sistemática de los dinamiteros.» (Dinamita cerebral. Los cuentos anarquistas más famosos, prólogo de Juan Mir y Mir, Mahón, El Porvenir del Obrero, 1913, 142 páginas).
La novela social
El grupo anarquista Crisol, de Sabadell, inició a finales de 1925 la publicación de la Revista del mismo nombre y paralelamente una colección de novelas de temática social -publicación ideológica, según la denominación del grupo-. En ella colaboraron muchos escritores anarquistas conocidos. Se componía de fascículos de 32 págs. y se vendía a 20 céntimos. En total editaron, al menos, veinte novelas. Entre sus títulos citemos Vidas quiméricas (Fructuoso Vidal), Carne podrida (Ramón Magre), El grumete (Felipe Alaiz) y ««Shum» íntimo (Eduardo Sanjuán).
La novela corta
Con toda probabilidad, la editorial pedagógica de Puente Genil (Córdoba) fue fundada por Aquilino Medina con la inestimable ayuda de Higinio Noja Ruiz, llevando a cabo una intensa labor en el campo de la edición, no sólo de libros y folletos, sino también de periódicos. Una de las colecciones es la que citamos.
La novela decenal
Entre las muchas actividades de Aquilino Medina, la creación de editoriales ocupaba un lugar central. En el mismo lugar que más tarde fundaría la editorial pedagógica, creó alrededor de 1919, la editorial Renovación que daría a la luz algunas colecciones de novelas y ensayos. A mediados de los años veinte dio comienzo la que ahora nos ocupa.
El imaginario literario anarquista
Con toda propiedad podemos considerar la literatura anarquista dentro del género denominado literatura social, la cual, resumiendo mucho, sería ««aquella cuyo objetivo sea analizar o mostrar una capa de la sociedad» (Marco, Joaquín, En torno a la novela social española, Insula (Madrid), 202 (septiembre 1963), 13). En efecto, la literatura anarquista, casi sin excepción, se ocupa de la crítica social, y el protagonista del relato suele ser o bien la colectividad o ««un símbolo de su clase [y] representará valores arquetípicos» (Idem).
En muy contadas ocasiones -y por razones evidentes- la literatura social ha alcanzado un prestigio y reconocimiento general. Frecuentemente, ha sido considerada como literatura de segundo orden o infraliteratura por el hecho de poner el acento en cuestiones muy conflictivas. En la introducción a la reedición de las novelas que integraban la colección La novela proletaria, Santonja señalaba la ««endeble calidad de alguno de estos relatos», lo cual era «la consecuencia inevitable de los objetivos, estrictamente políticos en general, que sus autores se habían fijado» (La novela proletaria (1932-33) (1979), reedición a cargo de Gonzalo Santonja, Madrid, p. 17).
Es cierto que la calidad literaria de muchas de estas colecciones dejaba mucho que desear, pero teniendo en cuenta los objetivos que se proponían los editores, la excelencia de determinados relatos se fundamenta principalmente en la denuncia de la sociedad, cuya inicua explotación en todos los órdenes de la vida pretendían combatir. Por ello, los anarquistas eligieron como trama argumental de la mayor parte de su producción literaria los temas que mejor ponían de manifiesto los mecanismos de esta inicua explotación.
En las novelas anarquistas, lo temas más tratados son, además del rechazo del Estado y sus instituciones, la guerra, la pena de muerte, la explotación del hombre por el hombre y también la utopía.
Autores de ficción y literatura con planteamientos libertarios
Artículo de http://www.portaloaca.com/historia/historia-libertaria/1998-literatura-anarquista-novela-y-relato-breve.html