B.R.: El anarquismo es criticado a menudo por ser utópico e incapaz de manejar situaciones prácticas complicadas. Una de las situaciones más complejas de la actualidad es la del Medio Oriente.
Chomsky: Pienso que ése es un ejemplo perfecto de la utilidad del anarquismo. Lo que hay en el Medio Oriente es un ejemplo casi clásico del absurdo total de un pueblo que se organiza en sistemas de Estado. Es decir, ¿qué ganan los judíos de Israel, como seres humanos, con identificarse como el grupo dirigente en un Estado judío? El único efecto de tal decisión es destructivo para ellos mismos. Examinemos el surgimiento de todo el control teocrático en Israel. Eso no tiene, en lo absoluto, nada que ver con las raíces del judaísmo, nunca existió. Es el reflejo del establecimiento de un sistema de Estado. Y para la gente del país es terriblemente opresivo. Muchos de ellos no son religiosos; no quieren ningún tipo de tontería semejante. Pero están unidos a ello, desde el momento en que insisten en que haya un sistema de Estado que se distinga de alguna forma de todos los demás. Bueno, ¿en qué manera se distingue? Por una especie de ideología que tiene que ser creada. Obviamente, va a ser teocrática. Y esto significa interferencias de toda clase en la vida diaria de cada uno, como por ejemplo, que no lo van a dejar casarse cuando le dé la gana. De manera que, aparte de que estorba los obvios intereses comunes entre, digamos, los obreros palestinos y judíos, o los intelectuales, o cualquiera, aparte de que conduce a guerras interminables y finalizará probablemente con la destrucción de ambos bandos, aparte de todo eso, precisamente en sus vidas diarias resulta opresivo y destructor, tanto para aquellos que ganan como para aquellos que pierden. Es decir, no podría haber un ejemplo más dramático de lo absurdo de pueblos que se organizan en sistemas de Estado, para propósitos de mutua destrucción. Y hasta que eso no se supere, no hay allí esperanza.
B.R.: ¿Tiene usted un proyecto para una solución liberal?
Chomsky: Sí, pienso que allí la única solución, tiene que ser desarrollar un interés común a judíos y árabes que trascendiera al conflicto nacional. Y tal interés común existe; por ejemplo, construir una sociedad socialista liberal. Si se quieren identificar nacionalmente en ese tipo de sociedad, muy bien. Yo no veo mucho interés en ello, pero si eso es lo que la gente quiere, muy bien, esa es su elección. No hay razón por lacual no se pueda tener instituciones nacionales, inclusive que existan lado a lado, y que la gente escoja identificarse de una u otra manera, si eso es lo que el pueblo quiere. Y también tendría que dejar una opción para gente que no lo quisiera, que no quisiera ser parte de uno u otro de aquellos sistemas. Y esto es perfectamente factible, es decir, se podría hacer. Me parece que realmente la única esperanza para los pueblos de esa región es ser capaces de construir ese tipo de compromiso socialista conjunto. Hubo una corriente temprana del movimiento sionista que insistió en ello. Y tenían la razón, en todo. Tenían razón en oponerse al Estado judío, y tienen la razón ahora.
B.R.: ¿Diría usted también que la crisis mundial de energéticos señala lo absurdo de un control nacional de recursos internacionales?
Chomsky: Aquí pienso que se debe ser muy cuidadoso, porque hay una línea de pensamiento que está surgiendo en los Estados Unidos que dice: ¿Por qué tendrían que tener para ellos solos, esos jeques locos, todos esos recursos?
B.R.: El próximo paso sería invadir.
Chomsky: Sí. En cambio no se preguntan: ¿por qué tendríamos que tener a la General Motors toda para nosotros, o por qué tendríamos que tener grano sólo para nosotros?
B.R.: El Globe acaba de publicar un editorial que dice que, sí no resolvemos pronto el problema, nos encontraremos a merced de una tropa de jeques vestidos de sábana , lo que en vista de sus recientes comentarios sobre el racismo parece…
Chomsky: Estoy seguro de que vamos a oír muy pronto muchas frases por ese estilo.
B.R.: ¿Cree usted que contemplaremos también un crecimiento correspondiente del antisemitismo?
Chomsky: Sí. Si examina usted las elecciones que tuvimos en Lexington. El periódico local publicó, hace una o dos semanas, las primeras cartas antisemitas que he leído.
B.R.: ¿Con respecto a la campaña?
Chomsky: En realidad, lo que sucedió es que tienen una ceremonia en el Lexington Green, en Navidad, con la figura de Cristo, etc. Y mucha gente lo objetó arguyendo la separación entre la Iglesia y el Estado, etc. Y cada Navidad hay pelea por ese motivo. De modo que este año, las cartas en defensa de la ceremonia tenían un tono claramente antisemita, por lo menos un par de ellas; decían, muy bien, se nos critica por hacer nuestra ceremonia en ese lugar, pero nos vamos a morir de frío por culpa de ustedes , y así por el estilo.
Pero pienso que ambas cosas pueden ir lado a lado, es decir, el antisemitismo puede desarrollarse junto a los sentimientos racistas antiárabes. Y creo que eso es precisamente lo que va a suceder en este invierno.
B.R.: Ambos lados se señalan para el sacrificio.
Chomsky: Eso es exactamente lo que parece está sucediendo. Es decir, ellos mismos han trabajado para crear un sistema en el que son instrumentos de las superpotencias. Y todo sobre la base de un compromiso con un sistema de Estado. Este es todo el problema allí. No podrían representar un mejor argumento para el anarquismo.
B.R.: ¿Qué esperanza ve usted para el futuro? Es decir, mucha gente en el movimiento está deprimida en los últimos tiempos y ha dejado de actuar, incluso parece echar marcha atrás. Hemos tratado de enfrentar de alguna forma la situación. ¿Qué ve usted para el futuro?
Chomsky: El futuro me parece tan esperanzado como me parecía hace un par de años. Es decir, el movimiento de los últimos diez años tuvo mucha reacción. Reaccionó ante atrocidades determinadas. Nunca fue muy estructural, nunca trató realmente con la sociedad, ni supo por qué debería cambiar. Por lo menos no en gran parte; pues hubo quienes sí lo hacían. Pero a mí me parece que ahora es el momento de tratar de reconstruir estructuras realmente populares, que no estén basadas en grupos periféricos, marginales, como los estudiantes, sino que surjan verdaderamente de comunidades vivientes, que continuarán, y que tienen una enorme necesidad de superar estructuras represivas.
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